«Uno de los elementos más importante de la sociedad contemporánea es la información, la cual podemos encontrar al encender nuestro televisor, nuestra radio o teclearlo en algún buscador usando cualquier dispositivo electrónico. Como señalan algunos historiadores, jamás, el ser humano había tenido acceso a tal cantidad previamente. De esta manera, la conclusión obvia sería el poder alcanzar una clara perspectiva del mundo, sin embargo, existe un problema. Esa misma cantidad nos condena, somos inteligencias limitadas y emotivas, con importantes sesgos que definirán nuestros pensamientos y discursos, así como la elección de lo que decidamos ver o escuchar. Igualmente, dentro de ese cúmulo de datos existirá la contra-información: ideas, conceptos, estadísticas que pretenden falsear la realidad. No hay duda que el siglo XXI es una época donde el intelecto humano se pone a prueba de diversas maneras, desde conservar y agudizar el sentido crítico, pasando por la colección de nueva información y (posiblemente) afianzando lo ya aprendido, hasta mantener el diálogo constante. Es una empresa difícil pero necesaria.

La disciplina en la que estoy involucrado (ciencia política) me ha llevado por el camino de la lectura constante y diversa. El descubrimiento de la naturaleza humana que es capaz de realizar todo una gama de acciones es fascinante. Por ello, junto al estudio sobre el Estado y la administración pública, mis intereses se han perfilado hacia la investigación sobre el delito y el conflicto, lo que se ve reflejado en la investigación sobre corrupción política, la naturaleza de la guerra y la inacabable definición de la esencia del ser humano».